Los vanguardismos despuntan inmediatamente antes o durante la Primera
Guerra, llegan a su apogeo durante la década de los años 20, entran en crisis a
partir de 1929 y desaparecerán en la década de los 30.
El cansancio de las distintas tendencias del siglo XIX,
especialmente del realismo, provocó en artistas y escritores un deseo de
ruptura con el pasado.
El cubismo surge en la primera década del siglo XX,
constituyendo la primera de las vanguardias artísticas. Entre las circunstancias
que contribuyeron a su surgimiento, se ha señalado tradicionalmente tanto la
obra de Cézanne como el
arte de otras culturas, particularmente la africana. En
efecto, Cézanne pretendió representar la realidad reduciéndola a sus formas
esenciales, intentando
representar los volúmenes sobre la superficie plana del lienzo de una manera
nueva, tendencia que fue seguida por los cubistas. Ya antes que él, los neoimpresionistas Seurat y Signac tendieron a estructurar
geométricamente sus cuadros. Lo que Picasso y Braque tomaron de Cézanne fue la
técnica para resolver ese problema de lograr una nueva figuración de las cosas,
dando a los objetos solidez y densidad, apartándose de las tendencias
impresionistas que habían acabado disolviendo las formas en su búsqueda
exclusiva de los efectos de la luz.
Por otro lado, el imperialismo puso a Occidente en contacto con otras civilizaciones
con un arte propio y distinto del europeo. A
través de diversas exposiciones, Picasso conoció la escultura ibérica y la africana, que simplificaban las
formas y, además, ponían en evidencia que la pintura tradicional obedecía a una
pura convención a la hora de representar los objetos conforme a las ideas renacentistas de perspectiva lineal y aérea. Lo que parece actualmente excesivo a
los historiadores de arte es atribuir una influencia directa de las máscaras africanas con la obra picassiana.
La guernica:
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